Su nombre deriva de la religión evangélica
profesada por sus fundadores, y ello traza raudamente la idiosincrasia local.
Son unas 500 personas en el pueblo y las
pocas familias que aún viven en el campo aledaño. Aldea Protestante está en una
zona muy verde de la provincia de Entre Ríos, a pocos kilómetros del río
Paraná, muy cerca del arroyo La Ensenada, en el departamento Diamante.
Es un pueblo de agricultores fundamentalmente, de gente sufrida, de viejos rusos alemanes de la posguerra, que aprendieron a golpes a trabajar la tierra y apostaron por un futuro mejor, tan lejos de su Alemania natal.
Es un pueblo de agricultores fundamentalmente, de gente sufrida, de viejos rusos alemanes de la posguerra, que aprendieron a golpes a trabajar la tierra y apostaron por un futuro mejor, tan lejos de su Alemania natal.
Fue por los finales del siglo XIX, para ser
más precisa en 1878, según los pocos documentos que se han encontrado, en que
carretones cargados de bultos y de gente llena de esperanzas llegaron a aquella
zona entrerriana buscando tierras aptas para sembrar trigo y un futuro mejor
para sus hijos. Ellos venían de un viaje muy largo; llegaban finalmente al que
sería su nuevo hogar, después de pasar meses en un barco que los traía desde
las heladas estepas rusas, a orillas del río Volga.
El nombre de Protestante surgió del culto
religioso que compartía este grupo de colonos. En aquellas épocas la influencia
de la religión en la vida de la gente era muy fuerte y determinaba en muchos
casos el rumbo de los pueblos, como lo demuestra la fundación de estas aldeas
entrerrianas. En Aldea Protestante se congregaron los colonos que compartían
ese culto religioso mientras que en aldeas vecinas como Valle María y Salto se
agruparon los católicos.
Durante muchos años la comunidad se mantuvo
muy cerrada en sus costumbres e idiosincrasia. Se veía muy mal o mejor dicho,
directamente no se veía casarse con un católico por ejemplo. Además, no se
hablaba otra cosa que no fuera alemán, con alguna que otra palabra rusa cruzada
por allí. Fue necesario contratar maestros especiales que dieran las clases en
alemán y por supuesto que se entendieran con la gente de allí que era bastante
reacia a aprender castellano.
Por supuesto también los pastores de la
iglesia debían hablar alemán y mejor aún, ser alemanes. El dialecto alemán que
se hablaba en mi pueblo se mantuvo durante mucho tiempo. Hasta hace unos veinte
años todavía podía escucharse en los almacenes, en las tiendas o en la calle;
más aún, de vez en cuando todavía se dan misas en alemán. Y si bien algunas
palabras quedaron definitivamente incorporadas al vocabulario de los
pobladores, en la actualidad la lengua materna se ha perdido casi por completo.
¨En 1887, procedentes de la Aldea Huck, de
orillas del Volga, llegaron 19 familias a Aldea Protestante. Estas personas
encontraron la protección de un funcionario de origen alemán, Juan Spangenberg,
poseedor de 12000 has. en el departamento Gualeguaychú, donde proyectó instalar
a estos colonos.
Llegaron en octubre
de 1888 a destino, hallando campo virgen, con pastos naturales muy altos, vacas
chúcaras que les observaban asustadas entre los árboles de ñandubay y
espinillos al pasar y numerosas gamas y ñandúes que eran los únicos pobladores
de tales tierras; pese al salvajismo que presentaban dichos campos no les
quedaba otra que aceptarlos.
Se formaron tres grupos,
libremente; el primero Los Huckre, que fundaron la aldea San Antonio, el
segundo, los Bauer, Schimpf y Reichel, aldea Santa Celia y el tercer grupo
“surtido”, más grande, que formó la aldea San Juan.¨[1]
Se accede a través de la Ruta Provincial 11 y
se encuentra a apenas 10 kilómetros de la ciudad de Diamante.
¨La
Aldea Protestante fue fundada por pobladores de la orilla derecha del Volga y
algunos que procedían del Wiesenseite. Los inmigrantes llegaron a Entre Ríos a
mediados de enero de 1878 y debieron recorrer un penoso camino para llegar
hasta Diamante que se encontraba en los altos de enormes barrancas. Diamante
era un villorio de ranchos con apenas siete casas de material y una iglesia.
Hallaron gente hospitalaria y residieron temporalmente en una amplia casa antigua sin vidrios en las ventanas, otros acamparon en la plaza y en casas vecinas. Estos colonizadores vivieron juntos tres semanas en Diamante y un 29 de enero de 1878 se trasladaron a un campamento rústico, en el cual se habían construido tres galpones de paja, de 16 x 30 metros cada uno, ubicados en forma de herradura. Los diamantinos despidieron a nuestros colonos con un suculento asado de confraternidad. Al amanecer emprendieron el viaje hacia Colonia General Alvear, en carretas cargadas con sus pocos enseres domésticos y ropas; mientras que los hombres caminaban detrás de los carretones, las mujeres y los niños fueron instalados en los mismos y al paso lento y cansino de los bueyes, se iban acercando al nuevo destino.
Hallaron gente hospitalaria y residieron temporalmente en una amplia casa antigua sin vidrios en las ventanas, otros acamparon en la plaza y en casas vecinas. Estos colonizadores vivieron juntos tres semanas en Diamante y un 29 de enero de 1878 se trasladaron a un campamento rústico, en el cual se habían construido tres galpones de paja, de 16 x 30 metros cada uno, ubicados en forma de herradura. Los diamantinos despidieron a nuestros colonos con un suculento asado de confraternidad. Al amanecer emprendieron el viaje hacia Colonia General Alvear, en carretas cargadas con sus pocos enseres domésticos y ropas; mientras que los hombres caminaban detrás de los carretones, las mujeres y los niños fueron instalados en los mismos y al paso lento y cansino de los bueyes, se iban acercando al nuevo destino.
El
campamento estaba ubicado aproximadamente a dos mil metros al Nordeste de Valle
María, en tierras vírgenes, jamás roturadas ni sembradas, con vegetación
natural de espartillo y raleado de monte de espinillo, con animales salvajes y
sin caminos. De los tres galpones instalados allí, dos fueron ocupados por los
católicos y el tercero por los protestantes. Llegados al lugar del campamento,
las enormes carretas fueron descargadas y las familias fueron ocupando los
lugares asignados por las autoridades; los colchones fueron improvisados con el
espartillo circundante, echado sobre el suelo para servir de cama durante las
dieciocho semanas que permanecieron allí.
El gobierno había decidido asignarle a cada familia una parcela para que se establecieran en su propia chacra, causando así descontento entre los colonos que estaban acostumbrados a vivir en aldeas. El trabajo de mensura y loteo que realizaban los agrimensores recién concluyó en el mes de abril y los colonos debieron de construir todas clases de implementos agrícolas, rústicos carros de madera con ruedas de lapacho de considerable diámetro.
Cada
domingo, ante la carencia de pastor, los protestantes se reunían para leer en
comunidad pasajes de la santa Biblia y cantar los himnos habituales para tal
ocasión.
Terminadas
las tareas de mensura, hacia fines de abril, se les comunicó que procederían al
sorteo de las chacras para cada familia, todos debían de aceptar y
comprometerse en ir a vivir en su respectivo lote. La situación se hizo
tirante, dado que ese no era el modo de vida al que estaban acostumbrados.
Culminaba el mes de junio y era preciso comenzar con la siembra de maíz, además
los colonos aún no habían comenzado con la construcción de sus casas en las
correspondientes chacras.
Los
colonos recibieron un ultimátum, interpusieron su decisión de irse a Hinojo ó
al Brasil, donde no había restricciones respecto del agrupamiento en aldeas.
Finalmente, después de catorce días el Presidente Avellaneda accedió a la
petición de nuestros colonos y resolvió la cuestión conforme sus deseos.
Los
protestantes que inicialmente fueron estimados en 40 familias (25% del total),
sufrieron una amarga experiencia en relación a su radicación; pues, como todo
poblado, buscaron la cercanía de un arroyo y napas de agua poco profundas. Por
ello se establecieron a orillas del arroyo Ensenada al Sudeste de la Colonia;
pronto se dieron cuenta de que habían cometido un grave error y que el lugar
era totalmente inadecuado por la existencia de napas muy profundas y después de
una lluvia el agua de la Ensenada se mantenía muy sucia, no potable e inapta
para lavar la ropa y consumo. Aparte de esto corrían serio peligro a causa del
desborde de sus aguas después de una gran lluvia; así perdieron tiempo por su
inexperiencia y hallaron un lugar mejor que es el actual en donde se levanta, a
la vera de un arroyito con abundante vertiente natural.
Las
primeras viviendas construidas a orillas de la Ensenada consistía en cuatro
postes de sostén plantados y paredes preparadas con entretejido de varillas de
sauce, que luego recubrían con barro. El techo fue de paja y caña, atada con
tientos de cuero crudo; las puertas se fabricaban con un marco de varas que
luego se cubría con entrelazado de paja o caña. Algunas familias construían sus
habitaciones en un edificio contiguo, ahorrándose materiales y tiempo.
Cuando
cambiaron de lugar, construyeron edificios normales y tuvieron la primera casa
de material; por los inconvenientes señalados, la fecha de construcción de la
actual aldea, es octubre de 1878.¨[2]
Muchos de los alemanes llegados a Aldea Protestante, venían de Bauer,
Alt Bauer, Neu Galka, Fresenthal, Neu Weimar, Donhoff, Huck, Reinwaldt
[1] Pagina oficial Municipio Aldea San Antonio. < http://www.munialdea.gov.ar >[Consulta:
10/3/2012]
[2] El Último Puerto - Olga
Weyne. <http://aldeaprotestanteer.blogspot.com/2009/12/historia-y-fundacion-de-la-aldea.html> [Consulta:
15/6/2011]